H.Cámara de Diputados de la Nación
PROYECTO DE DECLARACIÓN
Texto facilitado por los firmantes del proyecto. Debe tenerse en cuenta que solamente podrá ser tenido por auténtico el texto publicado en el respectivo Trámite Parlamentario, editado por la Imprenta del Congreso de la Nación.
Nº de Expediente 6147-D-2008
Trámite Parlamentario 154 (31/10/2008)
Sumario
EXPRESAR REPUDIO POR LA PRESENCIA DE LA FRAGATA DE GUERRA BRITANICA “HMS IRON DUKE” EN LAS ISLAS MALVINAS.
Firmantes
GORBACZ, LEONARDO ARIEL – BELOUS, NELIDA – BISUTTI, DELIA BEATRIZ – NAIM, LIDIA LUCIA – BENAS, VERONICA CLAUDIA – GARCIA MENDEZ, EMILIO ARTURO – ZANCADA, PABLO V..
Giro a Comisiones
RELACIONES EXTERIORES Y CULTO.
La Cámara de Diputados de la Nación
DECLARA:
Su enérgico repudio ante la presencia y permanencia de la fragata de guerra británica HMS Iron Duke en las Islas Malvinas, cuya misión es efectuar un amplio operativo de vigilancia y ejercitarse conjuntamente con la Royal Army y la Royal Air Force en el Atlántico Sur, lo cual evidencia una creciente política belicista por parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en la región.
FUNDAMENTOS
Señor presidente:
Recientemente, una poderosa nave de guerra perteneciente a la Royal Navy recaló en las Islas Malvinas en el marco de un amplio operativo de vigilancia, entrenamiento y fortalecimiento de las fuerzas desplegadas por el Reino Unido en el enclave colonial
La fragata tipo 23, HMS Iron Duke (Duque de Acero) ancló en territorio isleño luego de completar un patrullaje de seguridad en la región del Atlántico Sur y Malvinas, prestando especial atención a la zona occidental de las Islas, lo que significa un marcado interés sobre el flanco más cercano al continente y a las aguas de la República Argentina.
La información relevada por los medios internacionales (1) sostiene que la fragata “demostrará su amplio rango de capacidades a los jefes oficiales de la Compañía de Mount Pleasant” (asiento de las fuerzas británicas isleñas) y que “habrá diferentes oportunidades de entrenamiento incluyendo ejercicios que permitirán al Iron Duke integrarse con el Ejército y la Real Fuerza Área.” Se señala también que la nave de guerra “estará en base de Malvinas por varios años.”
Nos estamos refiriendo a una fragata misilística cuyo tipo integra el 50% de la fuerza de destructores de la Royal Navy, con gran capacidad operativa y multipropósito para actuar en cualquier lugar del mundo. Puede transportar botes livianos de combate y helicópteros, está armada con misiles mar-aire, mar-mar, anti-torpedos, cañones, ametralladoras, cargas y torpedos antisubmarinos, y un complejo sistema de radar para vigilancia aérea y de superficie. (2)
No se trata de una simple nave de aviso, sino de una maquinaria militar preparada para proteger el enclave colonial junto a las otras unidades navales que ya operan en Malvinas y junto a fuerzas de tierra y aire. Una clara demostración de una política renovadamente belicista por parte de la potencia usurpadora.
Luego de la Guerra del Atlántico Sur en 1982, los británicos incrementaron su presencia militar en Malvinas como una consecuencia directa de su dominio. Sin embargo, existe una escalada de aprestos bélicos que tomó impulso en los últimos tiempos en respuesta a los reclamos que -desde la gestión del ex Canciller Rodríguez Giavarini hasta la actual de Jorge Taiana-, son considerados por Londres como desafíos a su dominio, y en todo caso inaceptables para la dirigencia británica.
La “Fortaleza Malvinas”, como así la consideran en los ambientes políticos ingleses, experimenta una jerarquización geopolítica y estratégica. La Isla Soledad cuenta con la base de la Royal Air Force de Mount Pleasant (Monte Agradable) a unas millas al suroeste de Puerto Argentino, integrada por aviones cazas Tornado F3 y Eurofighter Typhoon, sumando helicópteros de distinto tipo. Cerca de ella se emplaza la base naval de Mare Harbor (Puerto Yegua) que cuenta con las naves HMS Clyde, patrulla que transporta helicópteros y que cumplirá funciones en la zona hasta 2012, el poderoso destructor HMS Edinburgh, la patrulla antártica HMS Endurance y la reciente adición de la HMS Iron Duke como fragata misilística de despliegue rápido. A todo esto se suma la capacidad de la Royal Navy para desplazar rápidamente submarinos nucleares al área, como ocurrió en la Guerra de 1982. Se estima que la dotación de personal militar supera hoy los 1500 efectivos. A todas luces, las Islas Malvinas representan un nodo defensivo de alto nivel para Gran Bretaña. La inclusión de la HMS Iron Duke refuerza aún más esa posición.
En la década pasada, los británicos – amparados en el “paraguas de soberanía”, fallida y contraproducente figura jurídica para nuestros intereses soberanos- avanzaron unilateralmente en ámbitos económicos y comerciales como la pesca y la exploración hidrocarburífera y mineral. Según surge de los anacrónicos Acuerdos de Madrid celebrados entre ambos países en 1989 y 1990, se establecería un régimen conjunto para todo lo que sea de interés bilateral: desde la seguridad militar en el Atlántico Sur hasta la explotación de sus recursos. Prácticamente, todos los acuerdos posteriores bajo el marco de los primeros fueron violados por el Reino Unido, que extendió unilateralmente sus zonas de pesca, no dio aviso al Gobierno argentino de sus maniobras militares como lo disponía el Acuerdo de 1990 y tensó la relación cuando en 1996 capturó un pesquero nacional, obligándolo a abonar un canon que no correspondía. A ello se sumó una agresiva actividad de patrullaje y “cerrojo” militar alrededor de las Georgias, elevando el nivel de alarma. En esto intervino la fragata HMS Northumberland (del mismo tipo que la Iron Duke) y un submarino nuclear de tipo Trafalgar que fue detectado por la Armada Argentina.
Desde aquellos tiempos, los funcionarios ingleses e isleños se pronunciaron duramente contra nuestro país, en un clima enrarecido que ya demostraba las fallas de los Acuerdos de Madrid y de la lamentable política de “seducción” a los kelpers desarrollada por el entonces Canciller Di Tella; todo inefectivo ante la crudeza británica del “hecho consumado”. El objetivo principal de los Acuerdos era generar un ambiente de cooperación mediante avances parciales en otros rubros para luego negociar por la soberanía. Pero se fracasó estrepitosamente. Hasta hoy no hemos podido avanzar un ápice para recuperar nuestra soberanía, pese a la activa política del actual y anterior gobierno ante la comunidad internacional para reabrir la negociación.
En esta coyuntura internacional, con una crisis global financiera que afecta a países centrales y periféricos y con escenarios de conflicto relativos al apoderamiento y control de recursos naturales (hidrocarburos, minerales, agua potable, tierras fértiles, etc.) varias potencias se han lanzado a una competencia por territorios de ultramar, a una velada lucha político-diplomática por la ocupación de zonas del Ártico y a presiones de distinto tipo sobre los Estados que poseen esos recursos, incluyendo la vía militar.
El Derecho Internacional a través de la Convención Internacional de los Derechos del Mar (CONVEMAR) contempla la posibilidad para que los Estados ribereños extiendan su soberanía sobre la plataforma continental submarina. A dichos efectos, Argentina se encuentra preparando el informe oficial que sustentará su presentación ante las Naciones Unidas. Lo mismo que Gran Bretaña, que ha hecho reclamos conjuntos con Estados de la Unión Europea sobre el Atlántico Norte, pero también unilaterales sobre el Islote Hatton- Rockall (en disputa con otros Estados europeos) sobre la Isla Ascensión y muy probablemente lo haga sobre nuestras Islas.
El valor geopolítico de Malvinas es notable y Londres lo ha redimensionado últimamente, como “portón” al sector antártico que ellos reclaman (yuxtapuesto a nuestro propio sector) y como zona de interés por recursos naturales. Esto se confirma con las actuales operaciones de exploración en materia petrolífera y gasífera (3) a cargo de cuatro empresas británicas; Falkland Oil & Gas Limited (FOGL) Rockhopper, Desire Petroleum y Borders & Southern Petroleum (BSP).
Malvinas es un elemento importante en el pensamiento estratégico inglés debido a su posición geográfica y a su potencialidad natural. Cabe destacar los que algunos especialistas señalan: “Gran Bretaña vino al rescate de los isleños en 1982 porque estaba decidida a asegurar un estrategia de largo alcance y a largo plazo, y a sus intereses basados en los recursos naturales en el Atlántico Sur y en la Antártida.” (4)
De allí este renovado impulso militar en las islas y su región circundante, garantizando la actividad de las empresas petroleras, demostrando una política intimidatoria ante los reclamos argentinos y protegiendo el enclave colonial frente la incipiente competencia global por los recursos naturales, en el marco del “eco-colonialismo” como nueva forma de imperialismo.
En ese sentido es llamativo que, mientras unidades de la IV Flota de la U.S. Navy despliegan todo tipo de operaciones a lo largo de las costas del continente -desde ayuda humanitaria a probables fines de injerencia en los Estados-, la HMS Iron Duke estuvo actuando en Centroamérica en tareas semejantes: asistencia a las regiones afectadas por huracanes y combate contra el narcotráfico en alta mar. La información de fuentes británicas señala que “El tiempo de la Iron Duke en Malvinas representa otro capítulo en un desarrollo de siete meses que ha visto como esta nave condujo operaciones a lo largo de la región Atlántica. Desde proveer ayuda en el Caribe por el desastre tras los huracanes Ike y Gustav a frenar el flujo de hasta 4 TN de cocaína yendo hacia Europa, y ahora proveyendo seguridad a las Islas Malvinas.” (5)
No nos parece extraño ni sorprendente que dos potencias hegemónicas y aliadas operen de la misma manera y en el mismo ámbito donde poseen intereses históricos. Pero sí nos preocupa que esas tareas -de por sí polémicas por las implicancias que pueden tener para le región- se combinen con cuestiones que puedan alterar el delicado equilibrio geopolítico del Atlántico Sur; caso de destinar semejante nave de guerra al escenario local para proveer “seguridad a las Malvinas” como si nuestro país estuviera evaluando algún disparatado intento aventurero.
Sr. Presidente, creemos necesario manifestar desde esta Honorable Cámara nuestra enérgico repudio por la presencia de la fragata de guerra británica HMS Iron Duke en las Islas Malvinas, como una acción innecesaria y provocadora del Estado usurpador, y atendemos así a nuestra responsabilidad de Legisladores nacionales y representantes de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Es por todo ello que reafirmamos nuestra voluntad irrenunciable para recuperar la soberanía en los territorios usurpados, cumpliendo así un mandato constitucional. No podemos dejar de recordar y valorar la sangre y los sacrificios que nuestros jóvenes ofrendaron para recuperar nuestras Islas del Atlántico Sur, y eso nos obliga a actuar en este sentido, solicitando el acompañamiento de los Sres. Diputados a este proyecto de declaración.